Bitcoin y petróleo: ¿Comparables? ¿Incompatibles como el agua y el aceite?
Por Moris Beracha
Las inversiones en
bitcoin y petróleo parecieran que son incompatibles y hay quienes afirman que
no son comparables. Al menos así las enfrentan algunos analistas financieros,
quienes alegan que una cosa es colocar un capital en una moneda electrónica,
que no tiene algo físico que lo represente, y otra muy distinta optar por un commodity a través de la compra a futuro
de una factura de crudo o productos refinados, que si bien termina siendo
también un negocio electrónico, al menos se le puede tener como referencia en
algo físico como es una medida de volumen como es el barril.
Entre las
diferencias que se señalan en cada caso está que “un minero de bitcoin” cobra tarifas
de transacción por el trabajo de confirmación que completa mientras que un
inversionista en petróleo no tiene ese control directo sobre el producto.
A las distinciones
también se suma que más recientemente el dinero captado en bitcoin en algunos
casos tiene ejemplos de utilizarse para proyectos de energías limpias, en
planes para reducir las emisiones de dióxido de carbono y gases contaminantes,
pero nunca en exploraciones y explotaciones de hidrocarburos.
Sin embargo, las
transacciones con bitcoin están generando un repunte de la demanda energética
al punto se les considera entre los diferentes factores –insistimos en que no
es el único- que por el lado de la oferta ha presionando al alza los precios
del petróleo durante el último año. Vale recordar que el petróleo todavía
predomina como la principal fuente energética y si bien hay esfuerzos por
impulsar otras energías, los pronósticos todavía le dan un predominio para los
próximos 20 o 30 años y la única fuente que por el momento pareciera que pudiera
quitarle ese primer lugar es su hermano el gas natural.
Entre julio de
2017 y el mismo mes de 2018, la cotización del crudo de referencia
internacional ha repuntado entre 50% y 60% para colocarse sobre los 70 dólares
por barril mientras que el bitcoin, durante el mismo período, saltó de 2.500 a
más de 15.000 dólares, aunque tuvo un revés pero está en julio sobre los 6.000
dólares. En cuanto a la demanda mundial de petróleo apunta a promediar en 2018
–de acuerdo a los pronósticos- un crecimiento que bien podría ser de millones
de barriles para colocarse en cerca de los 100 millones de barriles diarios.
Hay quienes se han
atrevido a señalar –o mejor dicho a comparar- las transacciones de bitcoin, que
son intangibles, con la extracción de crudo de un yacimiento, dándose la
relación de que un bitcoin equivaldría a 20 barriles de petróleo; e incluso
indicar que la moneda electrónica podría llegar a ser valorada por encima de
100 barriles de crudo.
En números
contantes y sonantes, se señala que cada diez minutos se “extraen” –es decir se
transan- 12,5 bitcoins por una valor de 85.000 dólares en todo el mundo y los
costos administrativos de cada transacción se aproximan a cerca de 1.000
dólares. Saquemos la cuenta si tomamos como cierta la cifra de que todos los
días se realizan 200.000 transacciones con monedas electrónicas en todo el
mundo.
Los ataques
Hay analistas y
detractores del bitcoin que insisten en denunciar que solo se trata de una
burbuja, que como todas en algún momento estallará, nuevamente ocasionará un
descenso en el interés de estas monedas y como consecuencia relacionada también
perjudicará o presionará a la baja los precios de commodities como el petróleo y por supuesto llevará a un nuevo
período de recesión mundial.
Hay un grupo de
críticos acérrimos del bitcoin, que también son entusiastas ecologistas, que
advierten sobre las consecuencias que la moneda electrónica está generando en
propiciar escasez de energías limpias como la solar o la eólica; y por eso, quizás,
algunas “acuñaciones” de las criptomonedas se planteen vincularse a proyectos
energéticos no contaminantes.
En todo caso, para
que se tenga una idea clara del peso que tiene este tema, apenas en mayo pasado
se lanzó el Índice de Consumo de Energía del Bitcoin, que intenta señalar que
la demanda energética de estas transacciones igualan a las de todo un país como
puede ser Chile o Austria y se le acusa de ser generador de emisiones de
dióxido de carbono.
Definitivamente el
bitcoin se ha convertido en un negocio altamente rentable. El sólo hecho que se
hable de “la minería del bitcoin”, se le compare con la actividad del sector de
hidrocarburos y reciba ataques son solo tres muestras del atractivo que tiene,
pero también de los desafíos que afronta.
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