Cómo los 'private equity' levantaron el dinero del 'shale oil'


Por Moris Beracha

Existen vínculos entre los private equity (capital de riesgo) y el desarrollo del shale oil (petróleo en lutitas). Ese esquema de financiamiento ha sido uno de los factores que explican la llamada revolución del shale oil que se ha dado en Estados Unidos, al punto de convertirlo nuevamente en el principal productor de petróleo del mundo y con un creciente incremento en las exportaciones, que ha puesto a dar carreras a Arabia Saudita -apuntalada por la OPEP y sus socios del Golfo Pérsico- y a Rusia.

Cuando hablamos de revolución lo decimos principalmente porque se rompió el esquema tradicional de grandes bancos financiando a las grandes petroleras y porque esta nueva tendencia del negocio petrolero muestra que los private equity permitieron que emergiera una especie de pequeña y mediana industria de operadores de hidrocarburos, incluido por supuesto también el gas natural.

Alguien podría sugerir que eso se dio porque se trataba de un estado lejano como Dakota del Norte, pero resulta que lo estamos viendo en uno como Texas, con una tradición y arraigo más que centenarios en el sector de los hidrocarburos, al punto que en más de una oportunidad hay radicales que hablaron de la República de Texas, como planteándose la posibilidad de un país -con una extensión territorial similar a la de Venezuela- que pudiera independizarse de los Estados Unidos.

Texas prácticamente ha sido el principal espacio de las grandes petroleras, hasta que apareció la cuenca de Permian, una zona de 220.000 kilómetros cuadrados, que abarca parte del suroeste de esa entidad, además del sureste del estado de Nuevo México.

Esa producción de yacimientos no convencionales, de shale oil, en un principio no atrajo a las big majors ni a los grandes bancos sino más bien a pymis petroleras apoyadas financieramente por private equity, al punto que se cuentan alrededor de 112 empresas productoras.

Se contabilizan inversiones por el orden de 200.000 millones de dólares desde 2012 y si se ven las cifras de producción sólo de Texas hasta el cierre de 20018 nos encontramos que se duplicaron en ese período y casi se cuadriplicaron en los años que van de esta década, para alcanzar un promedio de 4.434.000 barriles por día, volumen equivalente a 40% de toda la producción petrolera en Estados Unidos. La data preliminar para el primer trimestre de 2019 indica una cifra cercana a 5 millones de barriles diarios.

Los analistas financieros y en materia energética hablan de nuevos desafíos para Permian, señalan que los costos podrían imponer fusiones y reducir la cantidad de operadores, auguran que las big majors petroleras podrían absorber a esas pymis. Puede ser. Es parte de la evolución de los negocios, pero lo cierto es que el riesgo inicial del emprendimiento lo tuvieron los propietarios de esas pequeñas y medianas compañías y los private equity que dieron el capital semilla.

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