Criptomonedas y la apuesta libertaria
Se produjo uno de esos
fenómenos que se dan cada cuatro o cinco años, denominado "Halving",
a partir del cual la moneda virtual más famosa va marca uno de sus hitos evidenciando
su limitación. O sea, la emisión virtual monetaria del bitcoin pasó a ser la
mitad.
En un momento en que los
Estados se encuentran ante la necesidad de emisión monetaria para contrarrestar
los efectos de una crisis horrorosa producto de la pandemia, ese fenómeno
desnuda de alguna manera los presupuestos ideológicos de las criptomonedas y
sus principales virtudes: la no dependencia de ningún Estado.
Los fundamentos
filosóficos del Bitcoin –la criptomoneda más famosa- se encuentran ligados al
cyberpunk surgido a mediados de los ochenta y su desconfianza respecto del
Estado. El sistema de bloques diseñado por Nakamoto permite establecer una
relación directa, “puerto a puerto”, anulando la intermediación estatal, los
“costos” que produce.
No extrañamente, este
discurso anti-estatista confluye con las corrientes económicas neoliberales
establecen una equivalencia directa entre el derecho a la riqueza personal y el
desarrollo de las libertades individuales.
Bajo la lógica de una
“libertad” abstracta, centrada en el libre albedrío y la falta de ataduras, las
bancas centrales, con sus regulaciones, serían las instituciones directamente
responsables de estas “limitaciones”. Sin embargo, el principio básico de toda
comunidad política, desde Platón hasta nuestros días, radica en el concepto de
bien común. Y, si bien esto contempla derechos, antes –y esto es algo que la
clase media tiende a olvidar- se funda en obligaciones (Adam Smith imaginó un
mundo atravesado por la competencia, sin embargo, el capitalismo se tornó
concentrado y monopólico. Aún así, su lógica del propio interés formaba parte
de una ética comunitaria). De lo contrario, la “libertad” adquiere un carácter
vacío y adolescente, carente de contenido. Para ello se requiere de
instituciones y organismos fuertes –el tercero como garantía, escollo
fundamental de los apólogos de las criptomonedas “sin respaldo”- capaces de
fijar marcos regulatorios –observamos las consecuencias de un Estado ausente-.
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