Reestructurar la economía y reajustar el déficit



Con el inicio de la desescalada y el progresivo levantamiento de las restricciones del estado de alarma, sin que por ahora estemos experimentando un rebrote en el número de infecciones, la recuperación económica echa a andar, algo que ha quedado bien patente en las cifras de empleo del mes de mayo. Como ya explicamos en su momento, la recuperación tendrá dos etapas: una primera etapa de reactivación y una segunda etapa de reestructuración; eso y no otra cosa es la famosa 'V asimétrica'.

La reactivación es el periodo en el que una parte de la economía vuelve a ponerse en marcha conforme las restricciones sanitarias se van levantando: aquellas empresas que hayan sobrevivido al periodo de hibernación y que puedan adaptarse con facilidad a la 'nueva normalidad' volverán a funcionar a pleno (o casi pleno) rendimiento, elevando consiguientemente el PIB y el empleo durante los próximos trimestres.

La reestructuración, en cambio, es la etapa posterior, en la que nos tocará digerir las auténticas heridas de esta crisis: habrá empresas que no serán capaces de reactivarse durante los próximos meses o bien porque se habrán descapitalizado durante el estado de alarma —de modo que carecerán del colchón financiero necesario para poder desarrollar sus operaciones— o bien porque los patrones de demanda de los ciudadanos se habrán modificado lo suficiente durante esa 'nueva normalidad' como para volver no rentables sus modelos de negocio.
Con el inicio de la desescalada y el progresivo levantamiento de las restricciones del estado de alarma, sin que por ahora estemos experimentando un rebrote en el número de infecciones, la recuperación económica echa a andar, algo que ha quedado bien patente en las cifras de empleo del mes de mayo. Como ya explicamos en su momento, la recuperación tendrá dos etapas: una primera etapa de reactivación y una segunda etapa de reestructuración; eso y no otra cosa es la famosa 'V asimétrica'.

Así pues, para avanzar rápidamente por la etapa de reestructuración (o 
"reconstrucción", como les gusta denominarla a nuestros políticos), necesitaremos de un importante incremento de la inversión que permita recapitalizar las compañías descapitalizadas y reemplazar las empresas que han devenido no rentables. Y para que aumente la inversión, necesitamos dos elementos: por un lado, oportunidades de ganancia (las cuales serán descubiertas descentralizadamente por muchos empresarios, pero que en todo caso podrían verse impulsadas con una liberalización de nuestra economía); por otro, ahorro (pues, en última instancia, toda inversión viene sufragada por una restricción del consumo de algún agente económico).


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